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Un arma es una herramienta para la caza y la autodefensa, y puede ser utilizada contra seres humanos en tareas de ataque, defensa y destrucción de fuerzas o instalaciones enemigas, o simplemente como una efectiva amenaza. Un arma es por tanto un dispositivo que amplía el alcance y la magnitud de una fuerza.[1] Según otra interpretación, podrían definirse como los dispositivos más sencillos que utilizan ventajas mecánicas para multiplicar una fuerza.[2] En ataque, las armas pueden ser utilizadas como un instrumento de coacción, por contacto directo o mediante uso de proyectiles. Estas herramientas, por tanto, van desde algo tan sencillo como un palo afilado a un complejo aglomerado de tecnologías, como un misil balístico intercontinental. En sentido metafórico, cualquier cosa capaz de causar un daño puede ser entendida como arma, y en este sentido se interpreta el desarrollo de la guerra psicológica durante las guerras del siglo XX. Como ejemplo: los aviones Junkers Ju 87, conocidos como "Stukas", activaban sus bocinas en los bombardeos en picado para inducir temor a sus enemigos.
Más recientemente, se han diseñado armas no letales, diseñadas para ser utilizadas por grupos paramilitares, fuerzas de seguridad o incluso tropas en combate, y cuyo objetivo es provocar daños suficientes para neutralizar a un adversario sin causarle la muerte y minimizando su impacto sobre el medio ambiente.[3] En la práctica, se entiende que cualquier elemento capaz de dañar podría ser considerado un arma (aun cuando esta no fuera su principal función), dependiendo de las circunstancias y fines con que se la utilice. Criterio similar es el utilizado en la Ciencia del Derecho, donde el puño, pese a no ser su función inmediata la de dañar, puede llegar a ser considerado un arma.[cita requerida] Sin embargo, según el Derecho penal vigente en muchos países, un objeto no puede ser considerado como arma si no fue creado con las funciones específicas de ataque o defensa. Por ejemplo, la legislación española establece que: